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Ajuar de guerrero ibérico

Puntal de Salinas

Siglo IV a. C.

El rito generalizado de la cultura ibérica ante la muerte fue la incineración. Una vez apagada la pira funeraria, las cenizas se guardaban en una urna que se  depositaba en un hoyo de la necrópolis. Las armas se convertían en la expresión visible y símbolo de su estatus y debían de morir con el difunto. Esta  panoplia consta de espada, escudo, lanzas, una de ellas decorada con hilos de plata y cobre, y un arreo de caballo, un privilegio solo al alcance de los más pudientes y símbolo aristocrático por excelencia.