En palabras de José Luis Sáez, el autor de los trabajos, se trata del elemento más representativo de la fachada principal del recinto primigenio y presenta la inscripción “AÑO 1880” en el tímpano, fecha de inauguración del mismo. Este ornamento arquitectónico está construido con grandes piezas de piedra caliza local trabadas con mortero de cal en la cornisa y con mortero de yeso en los bloques inclinados del frontón.
La intervención realizada ha consistido inicialmente, en palabras del restaurador, en la limpieza y desinfección general del conjunto por medios mecánicos y aplicación de desinfectantes específicos, con el máximo respeto por la superficie original. Al tiempo, se iba retirando el mortero de yeso deteriorado. Una vez limpiada la superficie, se aplicó un consolidante específico por impregnación en las zonas que presentaban descohesión. A continuación se procedió a recolocar la pieza desplazada a su posición original para seguidamente colmatar las juntas mediante un mortero de cal hidráulica con carga de sílice y caliza, también empleado en la reintegración de los volúmenes perdidos o extremadamente pulverulentos. Por último, como tratamiento protector y cromático, se han aplicado distintas veladuras para homogeneizar las tonalidades y proteger la superficie pétrea sin reducir considerablemente la traspiración propia de la piedra caliza natural.