En 1480 la Corona de Castilla crea la Gobernación del Marquesado de Villena. En 1586, se dividió en dos partidos, uno con las poblaciones de la diócesis de Cuenca y otro las de Cartagena, con las ciudades de Villena, Chinchilla y las villas de Albacete, La Roda, La Gineta, Tobarra, Hellín, Ves, Almansa, Sax y Yecla. En 1690 se creó el Corregimiento de Villena, integrado por Villena, Almansa, Yecla y Sax.
Durante la Edad Moderna distintos conflictos bélicos salpican a Europa y Villena no es una excepción. Primero las Germanías (1519-1523), revuelta social surgida en Valencia y Mallorca contra la nobleza terrateniente. Villena apoyó a Carlos I ofreciendo refugio a familias huidas del Reino de Valencia. El Emperador le concedió el título de Ciudad en 1525.
En la guerra de Sucesión (1707-1714) Villena mostró su apoyo a la causa borbónica, siendo sitiada por las tropas del archiduque Carlos de Austria. Una vez finalizada la contienda, Felipe V, cuando fue coronado rey, le otorgó la dignidad de Fidelísima, que se añadió a los de Muy Noble y Muy Leal que ya tenía.
A principios del siglo XIX, Villena fue ocupada durante la guerra de la Independencia contra Napoleón (1808-1814). Posteriormente, la causa Carlista (1833-1840 y 1846- 1849) tuvo simpatizantes entre la nobleza local.
El Renacimiento dejó una profunda huella artística y arquitectónica en Villena, gracias a los ilustres promotores de la élite eclesial Sancho y Pedro de Medina. Ambos invirtieron en obras culturales, religiosas y artísticas de amplio calado. Contrataron a artistas de la talla de Jacobo Florentino y Jerónimo Quijano. Trabajaron en el Palacio Municipal, el santuario de Nuestra Señora de las Virtudes y la iglesia de Santiago, extraordinarias joyas renacentistas. La iglesia de Santiago ascendió a Arciprestazgo en 1492 y a Arcedianato en 1504, lo que suponía mayores ingresos.
En el campo musical destacó Ambrosio Cotes, uno de los más grandes polifonistas que ha dado Villena. Fue maestro de capilla de la iglesia de Santiago de Villena y posteriormente pasó a Granada, Valencia y Sevilla, la catedral más importante de la España moderna.
En la época barroca se reforman o surgen edificios religiosos que se decoran para resaltar su trascendencia mística, como el camarín del santuario de Nuestra Señora de las Virtudes y la portada de la iglesia de Santa María. Se construyen nuevas ermitas por todo el término municipal, mientras otros edificios religiosos ya existentes son objeto de importantes reformas y ampliaciones, como el convento de San Francisco, cenobio donde fueron enterradas las beatas Medina.
En arquitectura civil sobresalen el palacio Mergelina y la ventana de Alcaldía del Palacio Municipal, obra del arquitecto Cosme Carreras. Durante el Barroco, Villena exporta talento. Es el caso de Antonio Torreblanca, primer tratadista español autor de dos manuscritos de geometría y perspectiva y José García Hidalgo, pintor de cámara de Carlos II y Felipe V. Otros villenenses sobresalientes del barroco fueron Rodrigo Gabaldón en el ámbito teatral y Francisco Cerdán, una de las personalidades médicas más importantes del Setecientos.
En el Concilio de Trento surgió la Contrarreforma católica en respuesta a la Reforma Protestante. Se intensificó el culto a la Virgen María, en Villena bajo dos advocaciones: la Virgen de las Nieves, su primera patrona, y la Virgen de las Virtudes, la actual.
La ermita dedicada a la Virgen de las Nieves estaba situada “dentro del castillo, a oriente”. Su culto se extendió desde el siglo XIV hasta el primer tercio del siglo XIX. En origen, el culto a la Virgen de las Virtudes estuvo muy relacionado con las epidemias de peste surgidas a inicios de la Edad Moderna. Según la tradición, en 1474 los vecinos de Villena huyeron a la Fuente del Chopo durante una epidemia de peste y allí la proclamaron como nueva patrona. A partir de entonces se construyó un santuario destinado a su veneración, que a partir de 1520 fue convento de agustinos.
Durante la Edad Moderna Villena contaba con unos 4.000 habitantes, estructurados en tres estamentos: nobleza, clero y pueblo llano. La nobleza era la clase dominante y controlaba la mayor parte de las tierras y la riqueza de la ciudad. El clero tenía un papel importante en la vida religiosa, y también poseía una gran cantidad de tierras y propiedades. El pueblo llano estaba compuesto por quienes se dedicaban a la artesanía, comercio, agricultura y trabajos en el campo.
Entre las múltiples facetas artesanales desarrolladas en este periodo en Villena destacaban, por su popularidad y fama, el gremio de relojeros. Desde principios de siglo XVIII fabricaban ejemplares de torre y de sala, reconocidos a nivel nacional por su excelente factura y precisión.
Uno de los principales emblemas de este gremio de relojeros era el reloj de la Torre del Reloj, conocida popularmente como del Orejón, por el autómata que aparecía al dar las horas. Ya se menciona en 1590 y fue derribada en 1888.
Cuando en 1822 se establece la división nacional en provincias, Villena se integra en Murcia. En 1833 pasa a Albacete, hasta que en 1836 se anexiona definitivamente a Alicante, como cabeza de Partido Judicial. La fisonomía de la ciudad durante la Edad Moderna era la de un núcleo urbano dividido en dos sectores: un recinto amurallado y un arrabal exterior. La plaza Mayor era el centro político, económico y social de la ciudad. Allí se celebraban los mercados, los juicios y se reunía el Concejo Municipal, hasta el año 1576, fecha en la que se traslada al Palacio Municipal. A partir del siglo XVI se construye al exterior de la muralla y la ciudad crece a lo largo de los caminos de Biar, Yecla y Almansa.
Copyright © 2024. MUVI – Museo de Villena | Desarrollo, mantenimiento y hosting web Impulso Cooperativo